
FLORENCE
TODO PRINCIPIO TIENE UN FINAL
El sistema de puntos de oro y platino de Nintendo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. A veces te faltan puntos de platino para comprarte un icono para tu perfil y a veces te piden muchísimos para acceder a poder comprar algunas cosillas de merchandising que están lindas (los pines de Triangle Strategy estaban muy bien pero luego querían 7 mortadelos de gastos de envío y como que no). Por otro lado, cada vez que compras un juego te dan cierta cantidad de puntos de oro que se traducen en dinero real para gastar (normalmente para juegos grandes son 60 centimazos). Lo malo de estos puntos de oro es que caducan tras unos meses, por lo que te obligan a gastarlo en cualquier cosa que pilles. Esta vez tenía para gastar de manera inminente 8,50 boniatos, así que pasé unos cuantos días buceando entre las ofertas de la eshop y escarbando entre la purria para ver qué uso podía darle a la tamaña cantidad de leureles de la que disponía. Tras mucha investigación y sopesar muchas opciones, me decanté por dos adquisiciones, aunque una estaba condicionada por la otra: Spiritfarer: Farewell Edition, por 6,24 aurelios (este es el juego principal que condicionó la otra compra) y Florence por 1,99 napos. El primer título he de decir que lo cogí gracias a las cosas que Marta Trivi (que es una de mis críticas culturales favoritas, un besazo reina) comentó sobre la obra allá en 2020 cuando se puso a la venta, ya que se convirtió en su GOTY y todo cuanto hablaba sobre él eran halagos y cualidades positivas. Debido a esto, decidí darle una oportunidad y voto de confianza al título de Thunder Lotus Games (aún no he podido probarlo tristemente)

Florence
Año: 2018
Desarrolladora: Mountains
Género: Novela interactiva
Plataformas: Switch, iOS, Android, PC, MacOS
Sin embargo, de Florence no tenía tanta referencia. Sí, me sonaba el nombre, me cuadraba el precio y creo que quizás lo escuché mencionado en algún vídeo de DayoScript, pero nada más. Pero tenía algo que me atrajo, no sé si la sonrisa de perfil de Florence, si la pureza del artwork que hace las veces de portada, el estilo de dibujo o si fue la simpleza del arte en medio de imágenes repletas de colorines y letras sacadas de un cartel de un festival de metal. Hay algo en Florence que transmite tranquilidad, que te dice que ahí vas a estar calentito aunque vayas a pasar un mal rato, hay algo que te invita amablemente a pasar mientras te da un abrazo. De esa forma terminé entrando en su página para comprar y... ¡anda, el juego lo edita Annapurna! Esta gente sabe lo que hace cuando recoge bajo su paraguas un título, así que eso me convenció aún más (recordemos que Sayonara Wild Hearts es uno de mis juegos favoritos y también es de Annapurna). Finalicé la compra y lo instalé (es casi 1GB, que parece que no pero pesa bastante).
Aquí empieza el tema.
Según entras en Florence, te recibe un menú principal extremadamente simple en el que cabe destacar una pequeña galería de artes conceptuales preciosa, así como el arte principal de juego, esta vez animado y con una melodía de fondo que os insto a escuchar.
Es una melodía que suena a brisa en la cara, a hojas de árboles cayendo y a vaho al hablar. Suena a tristeza, a nostalgia y a esperanza. La melodía la llevan un piano y un violoncello y se siente como si caminara hacia adelante, ligera y a buen ritmo. Curiosamente, el cello es el instrumento asociado a la voz humana en términos de tesitura y el piano es el instrumento de acompañamiento por excelencia. Esta pieza es el paseo de Florence por la vida, deteniéndose a contemplar el paisaje a su alrededor pero sin detenerse nunca. Lo que pasa en su vida ya se verá, pero es eso, un acompañamiento que podemos tener o no, que quizás está durante un tiempo para desaparecer más tarde. Pero algo tenemos que tener claro, nuestra música siempre debe caminar hacia adelante.
Sólo sigue hacia adelante
Y es que Florence va de eso. De sueños, de amor, de encontrarnos, de perdernos y de avanzar pese a esas pérdidas. Es una pequeña novela interactiva que no dura más de 35-40 minutos, con mecánicas que intentan contar algo y que no son exclusivamente "para jugar". Cuando Florence nos permite interactuar de alguna forma es porque esa acción tiene un sentido narrativo que podemos (o no) interpretar. Está ordenado en 20 capítulos cortitos que tratan un sentimiento, un tema o una situación concreta y que se organizan en diferentes bloques que permiten repetir capítulos concretos al finalizarlos. Personalmente lo jugué en una sesión y creo que es la mejor forma de hacerlo. Simplemente sentarte y ser partícipe de todo el viaje. Aunque puede parecer un juego demasiado pequeño y sin mucha importancia o interés, de verdad que no puedo sino recomendarlo con todas mis ganas, ya sea en móvil, en ordenadores o en la propia Switch porque aunque no puedo asegurar que os vaya a encantar, sí os puedo asegurar que os hará sentir. Y eso es lo que tiene el arte, que hace que algo se te remueva por dentro, que te hace pensar, darle una vuelta o reflexionar sobre lo que acabas de ver.
En mi caso y como podríais suponer, me pasé 20 minutos de los 40 llorando mientras sonreía. Este tipo de juegos y de temáticas tienen algo que resuena conmigo y que me tocan mucho. Me hacen feliz y me hacen sentirme mal a partes iguales y me encanta. No sé si me ha gustado tanto como Sayonara Wild Hearts, pero sin duda es un título que no se debe pasar por alto. Si conocéis más jueguitos de este estilo, os animo a dejar recomendaciones en los comentarios para poder comprarlos también.
SIN PALABRAS
Como digo, Florence no tiene texto como tal, aunque sí lo utiliza de manera puntual en algunas escenas (está traducido al castellano). Pese a esto, el juego utiliza otros lenguajes para su narrativa. La imagen, pero sobre todo la música y las mecánicas crean un ambiente increíble que hace que en pocos segundos (si no te has quedado ya con el menú) estés completamente dentro de la historia. No quisiera desvelar todos las acciones a realizar para que podáis vivirlas por vosotres mismes, pero sí me gustaría destacar un par de ellas.
El juego comienza con la presentación de Florence Yeoh, una chica de 25 años que no parece estar disfrutando especialmente de su trabajo de oficina. Un día, su madre llama por teléfono y nuestra tarea es responder a lo que está diciendo. ¿Qué hemos de contestar para hacerlo correctamente? Pues da igual, es una conversación intrascendente y probablemente no estemos ni prestando atención. Es una representación de cómo Florence ve esa conversación con su madre, le da completamente igual y contesta frases vacías sólo para poder avanzar a la siguiente cosa. Este comienzo está repleto de elementos de la vida cotidiana que nos quitamos lo más rápido que podemos para llegar a cosas más divertidas y a las que nos gusta dedicarles tiempo. Y cuando vamos a toda pastilla pasando secciones, llega el momento del recuerdo de Florence.
Un recuerdo en el vemos a la chiquilla creando formas con recortables: un barco, una mariposa... aquí tenemos todo el tiempo del mundo para decorarlo como queramos. Sin darme cuenta me encontré intentando que quedara lo más bonito posible, poniéndole colorines, alineando las formas para que quedara perfecto... esto sí quiero hacerlo, a esto sí que quiero dedicarle tiempo. Estos recuerdos bonitos de una vida en la que podías pasarte una tarde haciendo tus manualidades son algo que despierta una nueva luz en Florence. Sólo había un problema con esa época: los deberes. Así que según terminamos nuestras preciosas creaciones, tocará hacer unas sumitas para que mamá Yeoh no nos regañe.
El otro elemento que quería destacar son las conversaciones de Florence. La mecánica para estas escenas son pequeños puzles que debemos completar. Al final, hablar con una persona es intentar entenderse, intentar construir lo que queremos decir y que encaje. Cuanto más nos conocemos, más fácil es resolver ese puzle y nos separan menos piezas. En una discusión, cuesta comprender a la otra persona y cada vez son más los pasos para ordenar el rompecabezas. Esa es la lectura que Florence da sobre las relaciones, la de que debemos resolver un puzle para legar a comprendernos y que cuando dos personas están en la misma página, casi no hacen falta las palabras para entendernos.


LO BUENO, SI BREVE, DOS VECES BUENO
Esta frase de Baltasar Gracián sirve tanto para este análisis como el juego del que aquí estamos hablando. No es que tenga poco que decir o que no sepa qué contar, sino que creo que no es necesario mucho más. Considero que es un título lo suficientemente pequeñito, interesante y personal como para no querer hablar más de la cuenta. Siento que es más importante poder vivirlo por une misme y que más tarde pongáis un tuitillo a @mountainsgames diciéndoles qué os ha parecido y si os ha gustado (y si queréis dejarme a mí un comentario u otro tuitillo pues tampoco me negaré).
Sólo quiero dejar plasmada aquí mi experiencia y lo que he sentido con Florence, que ha sido un momento de felicidad, de tristeza y de nostalgia. Me he sentido algo representado, me ha recordado mi propia historia y mi propia vida y me ha servido como otro empujoncito para seguir hacia adelante, para que mi música continúe siempre andante como decía ABBA. Jugad Florence, es baratito, se puede jugar en móviles perfectamente (quiero decir, es literalmente un juego pensado para móviles) y estoy seguro de que lo vais a disfrutar. Para mí se ha convertido en otro de esos indie de los que me enamoro y me pongo muy pesado, sólo espero poder volver a ver otro título de este estudio, porque saben lo que hacen y saben cómo contar historias.

SELLO DE RECOMENDACIÓN:
IMPRESCINDIBLE
