
XENOBLADE CHRONICLES 3:
FUTURE REDEEMED
THIS IS THE END, MY ONLY FRIEND
Xenoblade Chronicles fue para mí como esa mano amiga que aparece cuando estás a punto de ahogarte. Nunca había jugado al título original de Wii y ni siquiera lo tenía muy localizado, pero desde que vi los trailer de su secuela me llamó la atención por su apartado artístico (pese a que realmente se criticara bastante). Sin embargo, nunca le di la prioridad suficiente y la falta de stock que tenía el juego me complicó su adquisición. Hasta el verano de 2021, momento en el que por azares del destino me recorrí varios cajones de segunda mano de diferentes Game de Alcorcón y Fuenlabrada hasta encontrar una copia no sobrepreciada (del todo) de Xenoblade Chronicles 2. Unas 90 horas después de que iniciara la aventura de Rex y compañía (sé que no son demasiadas, pero los afinigramas de los blade acabaron con mi paciencia), el juego se había convertido en uno de mis juegos favoritos, dejando muchas de sus escenas grabadas a fuego en mi cabeza. Ese verano, Xenoblade me salvó de más cosas de las que me gustaría admitir. Con Torna, la expansión del título, la historia se repitión: búsqueda exhaustiva por cajones de segunda mano, una nada desdeñable duración de 40 horitas y un final con el que aún lloro cada vez que escucho A Moment of Eternity, haciendo aún más completo un título que, en mi opinión, está fácilmente en un top 10 de mejores juegos de Switch. Ya en 2022 decidí volver hacia atrás y pillar la versión remasterizada del Xenoblade Chronicles para Switch, que si bien es cierto que no me gustó tanto como el 2, disfruté muchísimo de sus personajes y de nuevo, de su final.

Xenoblade Chronicles 3: Future Redeemed
Año: 2023
Desarrolladora: Monolith Soft, Nintendo
Género: RPG, Aventura
Plataformas: Switch
Finalmente, con Xenoblade Chronicles 3 no esperé ni un segundo. Lo adquirí en día 1 porque el hype que tenía después de haber visto los trailer y el Xenoblade Direct era imparable. No sé qué es lo que tuvo este título, pero ese "empacho" que sí acusé con los dos primeros ni estaba ni se le esperaba en esa ocasión. 290 horazas después de subir al 99 a todos los personajes y mejorar al máximo todas las clases, di por concluida mi aventura por Aionios (llorando por supuesto, eso que no falte nunca en esta franquicia) con, ahora sí, mi juego favorito de la trilogía y posiblemente uno de mis favoritos en el histórico.
Pero aún me quedaba esa última porción de pizza de la caja, esa que te da cosa coger por vergüenza pero que en realidad te está poniendo ojitos: Futuros Redimidos, la expansión de Xenoblade 3 y el equivalente a Torna. Una historia nueva con la que concluiría (a priori) toda la saga que dio comienzo en 2010 con Shulk, que continuó con Rex y terminó con Noah, añadiendo un capítulo intermedio que tiene lugar antes de los hechos de la tercera entrega. Jugar se me hacía como ver un reloj de arena dejando caer los últimos granos, viéndome huérfano de Xenocosas hasta el más que probable anuncio de lo siguiente de Monolith Soft en la tan esperada presentación de la sucesora de Switch. Este pesar hacía que cada vez que pulsaba una habilidad, derrotaba un enemigo o completaba una secundaria (que siguen siendo durillas, esto no terminan de pillar cómo se hace) viera el final más cerca. Terminar Futuros Redimidos ha sido llegar al final del camino de Xenoblade Chronicles para mirar hacia atrás y pensar "que bien que hice en jugar esto". Ha sido una experiencia catártica con uno de esos títulos que se quedan en tu cabeza, que se convierten en algo especial para uno mismo. Xenoblade Chronicles tiene algo que me genera este tipo de sentimientos, lo mismo que pude sentir con Final Fantasy X, 13 Sentinels o Exploradores del Cielo.
AT OUR LIFE´S END
Hoy no vengo a hablar de sistemas de combate, de misiones secundarias, de progresión ni de rendimiento a nivel de performance, vengo a hablar de historias, de personajes y de disfrutar. Futuros Redimidos, como expansión de Xenoblade Chronicles 3, recoge muchas de las cosas del juego base, modificando un poco algunas e incluyendo algunos elementos que la comunidad demandaba, trayendo de vuelta mecánicas de títulos anteriores. Es por ello que el combate es prácticamente idéntico aunque disminuye el número de artes disponibles por personaje para que sea más sencillo. De igual manera, vuelven cosas como la Colecciopedia de la primera entrega o el nivel de prestigio. Del apartado gráfico podemos decir más o menos lo mismo, muy similar a Xenoblade 3 (aunque la cantidad de mapeado es bastante más reducida), con un rendimiento y resolución decentes aunque mejorables (Switch 2 va a ser una cosa, definitivamente) y un cast de personajes que por momentos se me antojaban incluso mejores de los del juego base,
Sin embargo, dentro de las cosas que Futuros Redimidos nos trae desde el pasado, estas no son las importantes. Lo realmente relevante es volver a ver Colonia 9, la casa de Dunban y Fiora, la máquina de las gemas, y sobre todo, a Shulk y a Rex. Como ya se había rumoreado, esta vez la expansión trata sobre los fundadores de La Ciudad, cuyas estatuas y descripciones podemos ver y leer en Xenoblade Chronicles 3 y que tantas preguntas habían creado. Nuestro protagonista es Matthew, que tras la destrucción de La Ciudad original por parte de N vaga buscando a su hermana Na´el y a posibles supervivientes, viajando acompañado por A. Por azares del destino, la pareja acaba encontrándose con Nikol y Glimmer, dos soldados a los que liberan de su reloj de llamas, y con Rex y Shulk, los líderes de una nueva facción llamada los Libertadores.
The future awaits
Esta historia extra es el punto final a todo. Resuelve la trama de Claus, quien activó el Conducto y provocó la destrucción y muerte de la mayor parte de la humanidad, separando el universo en dos mitades, que dan lugar a los dos primeros títulos. Su cuerpo se dividió en dos, encontrando a Zanza en Xenoblade Chronicles y al Arquitecto en Xenoblade Chronicles 2. Cada uno de estos dos universos se desarrollan por separado, pero estaban condenados a volver a reunirse y destruirse mutuamente, lo que en última instancia lleva a la creación de Origen y el Presente Infinito de Xenoblade Chronicles 3. Esta es una historia compleja, con mucho lore escondido y sin resolver, ya que muchas pistas se encuentran en juegos antiguos del estudio que actualmente son difíciles de conseguir (así que unos remasters no vendrían mal, por lo que sea). Aún faltándome piezas del puzzle, Xenoblade juega de manera increíble con la acción, las relaciones de los personajes, la nostalgia y el drama. Eso es lo que me ha enamorado de la saga. No sólo es la clásica historia en la que se empieza matando ratas en un bosque y acabas enfrentando a dios (que también), sino que Xenoblade dedica mucho tiempo a que sus personajes hablen, que se desarrollen y los veamos en infinidad de situaciones. Son juegos largos no porque quieran estirar su duración, sino porque quieren que vivamos junto a esos personajes, que los veamos combatir, subir de nivel, que los veamos en los campamentos haciéndose la comida, entrenar o arreglándose el pelo. Monolithsoft quiere hacernos partícipes de ese arduo viaje sin saltarnos ni un sólo segundo.
Y para mí, esto funciona espectacularmente porque me gustan los mundos que plantean, con esos tintes un poco NieR: Automata de zonas destruidas durante un pasado que desconocemos pero con poblaciones incipientes que luchan por crecer y por encontrar su lugar. Es cierto que a veces su humor está un poco cogido con pinzas porque Japón ya sabemos cómo funciona, pero incluso con esto siguen siendo historias sorprendentemente serias y profundas, algo que me sorprendió al inicio.
Pero sobre todo, para mí Xenoblade se crece en los momentos. Si bien es cierto que el ritmo de los títulos a veces puede resultar lento para determinada clase de jugadores y jugadoras, algo que está llevado hasta casi la perfección son los momentos clave. Cinemáticas de acción, de desarrollo de historia, los momentos dramáticos... la calidad en esas escenas son ya marca de la casa y las trabajan para que incluso cuando ya hayan pasado años, las sigas recordando. La lucha contra Alvis, el despertar de la Monado, la escena de la playa, Vandham, Pneuma, el reencuentro con Rex, el inicio de Jin como villano, la escena de la cárcel o el envío de Mio... son momentos apoteósicos que todo fan de la saga tiene grabados a fuego.
¿Qué tiene todos estos en común, a parte de que para cuando suceden, estamos a enamorados de sus personajes? Pues por supuesto, la banda sonora, un elemento especialmente relevante en la franquicia y que no fue tenido en cuenta en los TGA 2022 por alguna razón que no entiendo.
La música de Xenoblade Chronicles corre a cargo de compositores y compositoras como Yasunori Mitsuda y Yoko Shimomura, dos de las caras más reconocidas del mundo de los videojuegos en términos de bandas sonoras y creadores de las piezas de las que quiero hablar: LAS canciones. Es posible que sea por mi afinidad por la música, pero las escenas en las que se incorpora una canción con letra son mi debilidad. Lo es con Final Fantasy, lo es con Death Stranding, lo es en las películas y lo es en Xenoblade. Es probable que sean momentos algo tramposos porque parecen dirigidos a "venga, es tiempo de llorar" pero mirad, me da igual, yo he venido aquí a que me destrocen por dentro y si hay que llorar pues se hace. Se nota que Takahashi viene de Square y tiene esa parte de la esencia de FInal Fantasy que lo une de manera inexplicable al uso de la música como elemento dramático, cosa que yo aplaudo. Las canciones no pueden ser mejores y a día de hoy aún lloro cada vez que pongo "One Last You" o "A Step Away". Estas cosas son las que han hecho que la franquicia se convierta en una de mis favoritas.
No son elementos sueltos, es la unión de todos ellos la que hace que Xenoblade provoque esos sentimientos en mí, la que hace que cuando Shulk y Rex aparezcan en pantalla recuerde lo que pasé para rescatar a Fiora y derrotar a Alvis, que recuerde el dolor de Mythra al sentirse una carga para sus amigos o el de Jin al perder a Lora. Es esa unión la que hizo que gritara al ver que en Futuros Redimidos había llegado a Colonia 9 otra vez o al ver a Poppy correr hacia Nia al final de Xenoblade 3.
Esta franquicia son 3 juegos y 3 expansiones, pero se sienten como uno. Se sienten como una viaje que hemos recorrido durante largos años y que hemos completado este 2023. Su música, sus personajes y sus mundos estarán para siempre en mi estantería y en mi cabeza y mientras eso siga siendo así, recomendaré que juguéis Xenoblade Chronicles, la saga que consiguió sacarme de unos de los peores momentos de mi vida.
SELLO DE RECOMENDACIÓN:
IMPRESCINDIBLE
